Paz y Guerra. Las caras del mundo.
Escribe: Lic. Fernando Navarro Trinca
¿Qué le pasa a este mundo? ¿De dónde salen estos “locos”? ¿Cuántos y quiénes son los que han colaborado para este derrame de sangre? En realidad, son preguntas que muchos se han hecho a lo largo de toda nuestra historia humana. Siempre han habido escenarios en donde el choque de intereses (económicos, religiosos, políticos o mejor dicho: Poder) desencadenó lo “peor”. Alianzas, aliados, enemigos, finanzas y venganzas, suelen ser elementos que todo conflicto tiene en una madeja interminable de complejidad que para desentrañarla empezaremos a tirar de un hilo que sin lugar a dudas, tocará otros hilos y estos a otros más. Tal cual la amplitud de la trama en “La guerra y la paz” de León Tolstoi, cada paso para adentrarnos y conocer la verdad, la realidad, nos empuja a una complejidad de intereses relacionados, opuestos, tirantes y atravesados.
La habilidad de cirujano no será común para los apoteóticos y delirantes analistas amarillistas que claman que un choque, un conflicto, se da por una sola razón y que se concentran en “la culpa es del otro”. Ese otro se define con cara extraña, ideología, barba o sin, color de piel, idioma extranjero y difícil; apiñamos todo para alejarnos de cualquier responsabilidad, dejándonos puros y hasta victimizados. Pues, preocúpese porque de ese “otro“ lado pasa eso mismo. Quien me lea en este momento se sentirá un poco afligido, me disculpará, pero no pretendo mostrarle algo fácil, alejado y cómodo. Acompáñeme un poco más que esto no se puede recorrer en soledad.
El negocio de la Guerra
Koffi Annan, ex-secretario general de las Naciones Unidas, lideró la campaña de denuncias (y concientización) sobre la magnitud perversa del negocio de la guerra, que sólo en términos oficiales los gastos bélicos mundiales (producción de armamento, adiestramiento, desarrollo e investigación, etc.) supera ampliamente a los esfuerzos de Paz (diplomacia, intervención pacífica, programas de desarrollo comunitario, Misiones de Paz, etc.). Para no hablar de la abstracción de los billones de dólares, solo pondré este ejemplo: si existen $100 para gastos en un conflicto, sólo $0,50 serán para la Diplomacia y los $95,50 restantes, para gastos militares. ¿Se entiende el contraste? ¿Cómo se puede pedir paz y entendimiento cuando vemos la inmensidad del negocio de la guerra? Por supuesto, y en esto debo ser claro, no sólo interviene el beneficio económico de las grandes empresas productoras o los países exportadores (no casualmente los principales países del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas son los principales productores de armamentos), sino que los conflictos suelen explotar por distintas causas ajenas del conglomerado industrial militar. Venganzas tribales, guerras internas de poder, procesos independentistas (la presión para la implantación de nuevas leyes en esos nuevos Estados), choques religiosos/políticos, descubrimiento de recursos naturales, invasión de territorios, etc.
Más armas. Menos seguridad.
Pensemos que un conflicto puede explotar, pero nunca escalará si no existen herramientas que posicionen a un grupo encima de otro, para oprimir, desgastar o exterminar. El armamento con cierta capacidad y magnitud que permita ostentar superioridad (o demostración de poder por la diseminación del miedo) es el elemento clave que dispara el escalamiento del conflicto de forma definitiva. Esto permite la acción y re-acción escalonada de los grupos en conflicto hasta un sinfín impensado; tristemente recordaremos la nefasta historia del escalamiento del conflicto en Ruanda que después de terminarse la provisión de armamento en el mercado paralelo, fue más fácil y barato asesinar a los “otros” con machetes que fueron rápida y misteriosamente distribuidos a la población.
Por ejemplo, como suele ocurrir con los trenes en desuso (o suplantados por otros con avanzada tecnología) que se venden a países con menos recursos, el armamento también transita por el mismo camino. Resulta ilógico, mas sin embargo sucede, comprar una tecnología inferior en algo tan esencial como la defensa de un país y por si esto fuera poco, abastecer de dinero a otros países con superioridad armamentística para que ellos desarrollen con mayor soltura nuevas tecnologías para depender ad-eternum del ciclo.
Ahora pensemos que la sobreproducción de material bélico y el avance constante de la tecnología engendra indudablemente una presión comercial para desechar lo antiguo, el problema es que no son lamparitas de luz, sino armas por lo que la forma habitual de reutilizar los productos es la venta del desborde producido a lugares de conflicto (es infértil querer vender armas en un lugar donde no hay ni miedo ni conflicto, ¿no?). Con esto llegamos a lo que se llama la Paradoja de Seguridad: Mientras más herramientas de seguridad (armas y desarrollo), mayor creación de Inseguridad. Esta Paradoja no transita por caminos de racionalidad sino, como suele suceder en estos temas, son altamente irracionales y de sensibilidad social.
Los nuevos riesgos
Sí, es verdad que la tecnología nos hizo la vida más fácil, pero no la hizo intrínsecamente más segura. Los retos que hoy tienen a los sectores de Inteligencia y Seguridad, son los relacionados con la actividad virtual, el desarrollo de amenazas cibernéticas, la inestabilidad de los sistemas informáticos vitales y la magnitud de la información que existe en la web que deja expuesta nuestras vidas, necesidades y actividades para el uso y manipulación de quien lo desee. Las redes sociales han sido el vehículo para promocionar actividades criminales, reclutar fundamentalistas, crear “temores colectivos“; a lo que hay que añadir que algunos avances tecnológicos han aumentado las brechas sociales entres quienes acceden y los que nunca podrán.
En otro momento podré explicar con mayor detalle lo que personalmente considero como preocupante sobre lo exorbitante del crecimiento de empresas multinacionales de Seguridad, que tienen ejércitos privados, acumulan armamento y mantienen niveles de Inteligencia que superan a muchos países. ¿Recuerda que le dije que este camino no se puede recorrer en soledad? Bueno, ha sido mi intención en mis investigaciones previas, descubrir las mejores formas de cooperación que traen como efecto secundario, la confianza. Sin duda alguna, los conflictos se seguirán desarrollando en una variedad impensada y la forma de enfrentarlos solo será efectiva si existe una conciencia de la complejidad, en procesos de integración y equidad social.
En soledad, no podemos transitar ni sobrevivir en paz.
Esto ha sido una breve introducción, caótica y diversa como son los actuales conflictos, con multiplicidad de actores, donde los intereses están ocultos y la madeja es difícil de desentrañar sin que haya repercusiones. Avancemos en los próximos artículos.
Fernando Navarro Trinca es Lic. en Relaciones Internacionales, con especializaciones en Seguridad y Defensa en Política Mundial y Master en Política y Diplomacia. Investigador Internacional, becado en varias oportunidades por distintos países (Chile, Brasil, Holanda, Tailandia, China), ganador del Fomento a jóvenes de Fundación Capacitar (de la que es miembro el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Salta).
Actualmente reside en China. Regresará a Salta en setiembre de este año para dictar seminarios.