“Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”
Escribe: Cr. Roberto Dib Ashur (h), Vicerrector administrativo de la UCASAL
Esta frase, acuñada en tiempos de Confucio (1) y citada por el Dr. Bernardo Kliksberg, profesor Honoris Causa de la Universidad Católica de Salta en sus Cátedras Abiertas, nos invita a asumir que además de estar inmersos en un problema común, somos también parte de la respuesta y de su solución.
En un mundo signado por las desigualdades es natural que a veces nos tornemos escépticos o quejosos ante el presente o el futuro que nos toca vivir. Frente a ello, emerge la necesidad de construir “economías con rostro humano” como nos enseña Kliksberg, con estadísticas imbuidas de humanidad que permitan atacar a la pobreza y no al pobre, que nos demuestren que otra forma de hacer las cosas es posible, construyendo a partir de un desarrollo con ética, delineando nuevos alcances al rol del Estado, de la Responsabilidad Social Empresaria, de la Universidad, de las organizaciones de la sociedad civil, del respeto por los Derechos Humanos y el Medio Ambiente, a través de la participación ciudadana como agente indiscutible de un nuevo orden social.
No es posible enfrentar algo que no se conoce.
El 10% más rico del planeta posee el 85% de la riqueza. El 50% más pobre posee sólo un 2%. Esa gran desigualdad se suma a otras disparidades que hay en el mundo, como el acceso a una educación de calidad, el acceso a la tecnología, a una atención médica apropiada, el acceso a la tierra, la disparidad en cuestiones de género o la posibilidad de formar una familia.
En la Argentina la pobreza ronda el 30%, pero a su vez, más del 40% de los niños del país se ubica en esa condición. Es cierto que hemos reducido ese indicador -que superó el 50% luego de la crisis de 2001 en Argentina y en Salta el 60%-, pero para combatir la pobreza real hay que conocerla.
Uno ataca la pobreza de acuerdo a cómo la mida. Los datos anteriores corresponden a la pobreza por ingreso, por eso, de acuerdo al poder adquisitivo del momento, las personas superan o no la Canasta Básica Alimentaria para no ser indigentes o la Canasta Básica Total para no ser pobres. La evidencia es contundente, en los momentos de crisis, estos indicadores se elevan y se potencian cuando la inflación hace su trabajo. Un proceso inflacionario como el actual, hace ingresar al espacio de la pobreza a cientos de personas por día. Sin embargo, ya hemos dicho en reiteradas ocasiones -o al menos escuchado otras tantas- que la pobreza es multi-variable, con lo cual las herramientas para enfrentarla deben poseer la misma condición. Sin lugar a dudas, enfocar los esfuerzos en proveer condiciones sanitarias mínimas, acceso al agua, cloacas, atención médica, acceso a la educación y luz eléctrica deben avanzar como un bloque. Atender a la primera infancia es conditio sine qua non para salir victoriosos de la lucha contra la pobreza.
Sabiendo que uno de cada dos adultos argentinos no finalizó la secundaria, y que dentro de este grupo están también los que no finalizaron la primaria o aquellos que inclusive no saben leer ni escribir, la educación adquiere también un rol central.
Estas cifras alarmantes de desigualdad y pobreza abrumadora se enfrentan a una contradicción con las potencialidades y posibilidades que nuestra región alberga. No existen dudas de que vivimos en uno de los países con mayor cantidad de riquezas naturales del globo, es más, algunos sostienen que si las dividimos por cantidad de habitantes quedaríamos entre los primeros. Y en ello no podemos dejar de preguntarnos: ¿Cómo es posible que más del 40% de nuestros niños aparezca en el grupo de los pobres si los argentinos vivimos en uno de los países con mayores recursos naturales por habitante del planeta?
(1) Confucio (28 de septiembre de 551 a. C. - 479 a. C.) filósofo chino, creador del confucianismo y una de las figuras más influyentes de la historia China.
No podemos quedarnos cómodamente adormecidos con frases como ¨pobres hubo siempre¨, ¨los pobres son vagos, no tienen ambiciones, con un vaso de vino les alcanza¨, ¨las políticas sociales estimulan la vagancia¨, ¨las mujeres se embarazan para conseguir una asignación universal por hijo¨. Palabras falaces que intentan eximir de responsabilidad a su vocero, denotan ignorancia en su autor y no consideran la condición y dignidad del ser humano.
“Hay que combatir la pobreza y la ignorancia, porque la pobreza se vende y la ignorancia se equivoca. La ignorancia no discierne, busca un tribuno y toma un tirano, la miseria no delibera, se vende“, decía Alberdi, mientras Sarmiento nos alertaba de un anagrama muy provocador: “Argentino e ignorante se escriben con las mismas letras, luchemos para que no se transformen en sinónimos“.
En ocasiones pensamos que la tarea es muy grande, que les corresponde a otros, que es tarea sólo de los gobernantes. El Dr. Abel Albino, en ocasión de la presentación de su nuevo libro en la Universidad Católica, días pasados decía: “No existen papeles pequeños sino actores mediocres“. La responsabilidad es de cada uno de acuerdo al rol que le toca. No es para nada una frase hecha. La calidad de vida de las personas está intrínsecamente relacionada a la forma en la que se organiza la sociedad que los acoge.
Ánimo y Acción
Ánimo, etimológicamente proviene de alma. Vamos a “animarnos” que hay mu- cho por hacer. La gente quiere un mundo mejor. Ya no quedan dudas que la conservación y cuidado del ambiente, la inclusión social y el desarrollo local de manera equilibrada son las bases para avanzar hacia un desarrollo sustentable. Ello significa buscar coherencia entre las políticas públicas y económicas y los va- lores de la ética, la responsabilidad social de la empresa privada, la moral en la función pública, el fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil y el reconocimiento ineludible de lo que a cada uno le toca como ciudadano en este quehacer colectivo.
Hay notorios ejemplos de personas, organizaciones, dirigentes y gran parte de la sociedad que avanzan en buen sentido. Los logros en la Responsabilidad Social Empresaria son alentadores. Hoy, de las 500 empresas más grandes del planeta, 450 ya tienen balances sociales. Los accionistas son cada vez más conscientes de la importancia de este instrumento clave para comunicar sus logros y avances desde una perspectiva social. Porque es posible achicar las desigualdades, salir de la indignidad, construir una sociedad mejor. La Argentina nos necesita unidos, sin agresión. Salgamos de posiciones maniqueas y nos dediquemos a las cosas que cada uno puede hacer, desde nuestro lugar, que por más pequeño que parezca, es importante.
Sin duda hay que condenar la oscuridad, pero ante ella, la respuesta no es quejarse sin más o dejarse llevar por un profundo desencanto que aletargue; sino encender juntos una luz, por pequeña que ésta sea y pasar de la queja a la acción.
El Cr. Roberto Dib Ashur (h) es Magister en Economía, Master en Liderazgo Estratégico y Senior Executive Felow de la Universidad de Harvard.