La gestión de las emociones

Todas las personas tenemos emociones, forman parte de nosotros. La forma de sentir y expresar nuestras emociones marca nuestro existir, condiciona la efectividad de nuestros comportamientos y determina nuestra calidad de vida. Podemos entender las emociones como predisposición para la acción. Las emociones son impulsos para actuar, planes instantáneos para enfrentarnos a la vida.

Entonces, ¿podríamos decir que las emociones “dirigen” el curso de nuestras vidas? ¿Sabemos distinguir nuestras emociones? ¿Podemos dimensionar el impacto que tienen las emociones  en nuestra  vida,  en  nuestra  interacción con el otro? Para poder responder estas preguntas debemos aprender a reconocer y gestionar nuestras emociones de la misma manera en que aprendemos a leer y escribir.

Las emociones y su expresión cumplen una función social muy importante ya que contribuyen a la comunicación de aspectos muy concretos sobre cómo nos sentimos. Nos permiten dar a conocer a los demás nuestros estados emocionales y, al mismo tiempo, comprender el estado emocional de los que nos rodean.

Las emociones primarias son el miedo, la alegría, la tristeza, la ira, la aversión, la sorpresa. A partir de estas emociones básicas, podemos entrar en un mundo de “matices emocionales”. Cada emoción nos determina qué cosas podemos hacer  y  cuáles  no  podemos  realizar. ¿Podemos distinguir cómo pensamos y sentimos cuando estamos tristes, enojados, alegres o con miedo? ¿Nos damos cuenta de cómo decidimos atendiendo a la emoción que dirige ese proceso de decisión?

Por  este  motivo  es  muy  importante, por no decir “vital”, desarrollar nuestra Inteligencia Emocional. La Inteligencia Emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones y comprender nuestros sentimientos, tolerar presiones y encauzar situaciones adoptando actitudes que dan mayores posibilidades de desarrollo personal.

El concepto de Inteligencia Emocional es  relativamente nuevo. La Inteligencia Intrapersonal y la Inteligencia Interpersonal conforman la Inteligencia Emocional (Goleman D., 1995). La Inteligencia Intrapersonal se refiere a la autocomprensión, el acceso a la propia vida emocional, a la propia gama de sentimientos, la capacidad de efectuar discriminaciones  de  estas  emociones y finalmente ponerles nombre y recurrir a ellas como medio a interpretar y orientar la propia conducta. La Inteligencia Interpersonal es la que permite comprender a los demás y comunicarse con ellos, teniendo en cuenta sus diferentes estados de ánimo, temperamentos, motivaciones y habilidades. La Inteligencia Intrapersonal y la Inteligencia Interpersonal forman parte del modelo de Inteligencias Mútlipes desarrollado por Howard Gardner.

Por todas estas razones podemos asegurar sin lugar a equivocarnos que uno de los pilares fundamentales en la capacitación de un buen mediador es la efectiva Gestión de las Emociones que se plasman en la mesa de Mediación. Es sano y necesario dejar salir nuestros estados emocionales. Con esto no nos referimos a una explosión de enfado o ira, sino a saber expresar las emociones de forma asertiva y constructiva, sin dañar a los demás, haciendo que nos sirva para nuestro propio bienestar y el bienestar de nuestro entorno. Como dice Humberto Maturana: “La emocionalidad nos constituye como personas, ya que no existe en nuestra vida un instante de neutralidad emocional”.

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