HACIA LO ALTO, EL CÓNDOR SIEMPRE VUELA
Escribe: Cr. Fernando Martinis Mercado¿Alguna vez se preguntaron con sinceridad, muy internamente y en profundidad, quiénes somos? ¿Qué o quién nos define? ¿Nosotros o alguien por nosotros? ¿Para qué estamos? ¿Qué hacemos en este mundo? ¿Por qué somos profesionales en Ciencias Económicas? ¿Por qué trabajamos? ¿Qué hacemos en el día a día por nosotros, nuestra familia y nuestra sociedad? Bueno, hoy me toca contarles y compartir mi pasión, el Montañismo. Lo haré haciéndome preguntas y tomando algunas que con frecuencia me hacen amigos y familiares, preguntas que no siempre tienen una única respuesta, como con las que he dado inicio a esta nota.
¿Qué es ser Montañista? ¿Por qué esas ganas de exponernos a las inclemencias del tiempo, a la falta de comida o de agua? ¿Por qué ese esfuerzo a veces sobrehumano para seguir paso a paso? ¿Es un esfuerzo puramente de capacidades físicas o es mental y de fortaleza de espíritu?
¿Cuándo comienza esa pasión por un deporte, por un estilo de vida? Pues bien, es eso, un estilo de vida, una forma de vivir, de vivir intensamente, de superar los propios límites y empujarlos siempre teniendo en cuenta de no hacerlo más allá de lo que podamos prepararnos y controlarlos. No es una conquista, no es llegar sólo a una cumbre, es el transitar, es lo que vivenciamos en ese camino hacia un objetivo, es la vida misma, sortear dificultades, caerse y levantarse, tomar decisiones minuto a minuto, planificar, prepararnos y animarnos. Compartir ese camino y pensar en los compañeros de expedición, que todos estemos bien y disfrutando cada etapa. Es una experiencia que conjuga lo deportivo con aprendizajes y vivencias de diversas culturas.
¿Existe un momento para comenzar, para animarnos y emprender el camino? No existe el tiempo justo, existen las decisiones y las ganas de hacerlo. Todavía recuerdo aquel día por los años ´90 en que fuimos a ver con mi familia una exposición de fotos de montañas en la sede de la Fundación Salta. Esa oportunidad despertó mi curiosidad por saber cómo se llega a esos hermosos y vastos lugares y fue así que empecé a ir a las reuniones de socios e interesados de uno de los clubes de Montaña en Salta, el Janajman. Su palabra en voz Quechua significa “Hacia lo Alto”. Actualmente, me toca ser su presidente desde el año 2010. Su logo es distintivo, forma de triángulo y destaca una persona en la montaña con un sol en el horizonte, amanecer o atardecer, empieza el día o termina, esa persona no está sola, tiene un “compañero de cordada“, esa cuerda y compañero que no se ve, es un mensaje para tomar conciencia de que somos con, para y por el otro. No estamos solos.
En el transcurso de estos años he desarrollado actividades deportivas asociadas al montañismo, desde tranquilas excursiones recreativas y familiares, hasta complejas expediciones con objetivos cumplidos en nuestro país y fuera de los límites del territorio Nacional (Bolivia, Chile, Tíbet–Nepal donde se encuentra la cordillera del Himalaya, Alpes Austríacos, Alpes Cárnicos y Apeninos en Italia, Pirineos en España, Kilimanjaro en África), con apertura de nuevas rutas de ascenso, bautismo de cerros vírgenes, travesía en Hielos Continentales Patagónicos, cursos de Escalada en Hielo y Nieve, cursos de Escalada en Roca y Palestra Artificial. Siendo también y de relevancia acciones a favor del medio, como donativos a pobladores residentes en zona de montaña, especialmente en la Puna, participación en varios operativos de búsqueda y rescate en montaña, cursos de capacitación, simulacros de emergencia, operativos de concientización y educación del cuidado ambiental. Quiero terminar estas reflexiones con otras preguntas. ¿Conquistamos la Montaña? ¿Atacamos la Cumbre? ¿Competimos contra alguien? He aprendido que No, no es una lucha con ella, ni contra ella, ni con otro ni otros. No hay un ranking, nadie está esperando a ver el tiempo que hacemos y por ello nos coloca en un podio o nos entrega una medalla. Eso es lo más bello y distintivo, nuestra única competencia es la propia superación, conocernos a nosotros mismos, superarnos como personas, es la armonización con la naturaleza, el respeto por ella, por sus habitantes y costumbres. Se valoran las cosas más simples, lo cotidiano, lo que a veces das por sentado en la vida como las comodidades materiales, y sin darnos cuenta nos cargamos de problemas y preocupaciones que no tienen sentido. En la montaña somos… somos nosotros mismos, el tiempo presente y qué hacemos con él; cómo encaramos la vida y las decisiones; cómo nos ocupamos en vez de preocuparnos. Le pedimos permiso para transitar y abrirnos camino por sus quebradas y ríos, por filos y abras, por morrenas y glaciares, por paredes de roca, hielo y laderas cargadas de nieve, piedras y sayales. Así como disfrutamos de días soleados, nos metemos en ríos y lagunas, descansamos en noches calmas y estrelladas; y también sorteamos temporales de lluvia, granizo y nieve, tormentas eléctricas, vientos huracanados, viento blanco y falta de oxígeno. A veces erramos el camino y debemos replantear la senda, buscarla si la hemos perdido, ponernos de acuerdo por dónde y hasta dónde, cómo evoluciona lo planificado, si debemos regresar y dejar para otro momento la cumbre. Las montañas siempre estarán y se puede regresar a ellas, la cumbre es la mitad del camino, y debemos regresar, tener en cuenta tiempo y energías. Como digo a quienes trato de enseñar lo poco que aprendí, el objetivo es salir de la puerta de nuestras casas y volver a ella. El transitar y la experiencia nos hace crecer y podemos prepararnos mejor para una próxima expedición.
¿Qué se siente al llegar a la cumbre, estar ahí arriba? He sentido cada cumbre de distinta manera, es un cúmulo y combinación de sensaciones y sentimientos. Ves la apacheta, el punto más alto, agradeces a la Pachamama, preparas el testimonio de cumbre, se la dedicas a alguien, lees el testimonio y la vivencia de quien subió anteriormente. A veces sentís una grandeza y una inmensidad personal y a veces sentís que somos tan pequeños y minúsculos ante la inmensidad que ves a tu alrededor. Es un deporte para el que no hay límite de edad, anímense a compartir una expedición, los invito y verán cómo se potencian nuestras virtudes y descubrimos algunas que desconocíamos. Seamos en nuestras vidas como los Cóndores en la Montaña, hacia lo alto siempre.